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Teniendo en cuenta los datos de envejecimiento poblacional de nuestra sociedad es imprescindible tener en cuenta a este sector, también el que tiene que ver con los espacios que habitamos, con el diseño en lo cotidiano; no solamente porque un buen diseño aumenta la calidad de vida de las personas mayores, sino porque constituye, además, un elemento terapéutico de primer orden en personas con demencia.

La aplicación del principio contenido en los términos “diseño para todos”, acuñado por la Declaración de Estocolmo, en 2004, hace que los asuntos referidos a buenos diseños en entornos y en productos de apoyo deban de responder a las necesidades de quienes los usan, entre los cuales se encuentra un numerosos segmento de población como es el de las personas mayores. El "diseño para todos" es un modo de pensar para los demás; es una responsabilidad creativa orientada siempre al conjunto de la población, haciendo posible que todas las personas dispongan de igualdad de oportunidades, pero manteniendo la individualidad del potencial usuario.

La atención a las personas mayores, no es patrimonio de ningún grupo profesional en exclusiva; es cada vez más una responsabilidad compartida de equipos pluridisciplinares, en los que el foco de atención sobre el tema que aquí se trata, el diseño, incluye a numerosos profesionales, como arquitectos, ingenieros de diversas especialidades, diseñadores de interiores, paisajistas y otros muchos, tradicionalmente alejados de los cuidados de salud.

El hábitat de las personas puede acabar siendo un elemento creador de discapacidad si no se ha cuidado su diseño, si se comporta como elemento hostil para un desarrollo vital cotidiano armónico y saludable. El diseño está en nuestras vidas, colaborando con las mayores empresas que fabrican elementos de uso cotidiano como electrodomésticos o utensilios de cocina, baño o dormitorio; medios de locomoción y otros elementos tecnológicos. Algo tan elemental como conseguir abrir fácilmente un envase de aluminio con alimento precocinado, o manejar el mando a distancia del televisor, o disponer de una buena megafonía en un aeropuerto acaban siendo elementos hostiles, perniciosos, estresantes y hasta generadores de discapacidad, cuando no cumplen adecuadamente su función.

Los entornos para la vida, como los productos de apoyo y la totalidad de los servicios deben estar dotados de un diseño pensado para ser útil, además de evitar  ser “per se” lesivos. Ese diseño ha de ser universal, para todos, seguro, saludable, funcional, comprensible y atractivo; pero además ha de ser diverso, al centrarse en la persona, a la que ha debido interrogar antes.

Los espacios que habitan las personas mayores han de ser construidos desde los principios básicos de proporcionar seguridad y accesibilidad, además de satisfacer necesidades. Parece evidente que no es reciente la tendencia a diseñar y construir edificios pensando efectivamente en las personas mayores que los habitan, o en el simple hecho de que los jóvenes que ahora los utilizan acabarán siendo personas mayores al pasar los años.

Por ejemplo, una residencia para personas mayores ha de contar con algunas elementales características: debe tener espacios que podemos llamar “familiares” en tanto sirven para actualizar antiguas vivencias, recuerdos o aficiones; sus espacios han de ser fácilmente comunicables entre sí y con el exterior, han de ser fáciles de entender y transitar, con letreros o señales que aumenten su mejor percepción; han de estar dotados de contrastes y de superficies facilitadoras, cuidando los colores, las texturas, la anchura de pasillos, los suelos sin peligro, los pasamanos y zócalos, además de la totalidad de objetos y utensilios de cocina, baño, sala de estar o dormitorio.

El hecho adicional, y de suma importancia, es que un buen diseño se comporta en la persona mayor, y por supuesto también en formas iniciales o leves de demencia, como una imprescindible ayuda no farmacológica que genera sosiego, estimula la memoria antigua y facilita la movilidad, la convivencia y las relaciones sociales. Cuando nos referimos al diseño para espacios habitables es necesario recordar que hemos de incluir los espacios exteriores, del propio domicilio como de la residencia colectiva o los espacios públicos por los que se pasea, se transita o se recrea y se convive; sin olvidarse de los jardines que cuando reúnen las condiciones de buenos diseños logran el calificativo de "terapéuticos".

 

Julio Fermoso, Catedrático de Neurologia de la Universidad de Salamanca