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A la hora de establecer los procesos de mejora en la atención a las personas mayores, los actores hacia los que dirigir las acciones para el cambio es diverso, además del propio afectado por el proceso de envejecimiento y/o la patología asociada. Las mejores decisiones de cambio deben llegar avaladas por la búsqueda y aplicación de las buenas prácticas ya contrastadas.

El conjunto de acciones para la mejora de  la atención sociosanitaria hacia las personas mayores ha de proyectarse hacia un abanico de actores involucrados. Por una parte, dichas acciones deben contribuir a la mejora de la calidad de vida, incidiendo en una adecuada información a las propias personas mayores, así como a sus familiares, cuidadores no profesionales. Pero también deben establecer una formación pertinente hacia los cuidadores denominados “informales” y también a los distintos segmentos profesionales intervinientes. Por último, deben identificarse acciones para ser implementadas en los campos de las patologías más prevalentes como demencias, trastornos de movilidad o déficit sensoriales, y siempre dirigidas a los enfermos y a cuidadores.

La identificación de las experiencias más adecuadas, por eficaces y eficientes, se puede abordar de distintos modos, pero parece imprescindible utilizar un método de selección bien estandarizado y contrastado en cuanto a sus elementos, de modo que corresponda a la expresión de  “buenas prácticas”. El sintagma “buenas prácticas” (en adelante BBPPP) empleado en español es la traducción más utilizada para referirse a los términos “best practices”, con la interpretación no solo de “buenas” como contraposición a “malas” o “menos buenas”, sino con la acepción de “mejores” en tanto son “las más adecuadas” y, desde luego, recomendadas.

El término se adoptó por el Centro de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos --United Nations Centre for Human Settlements (UNCHS)-- con el fin de identificar ciertos modos de actuación, ciertas experiencias, que significaran no solo una buena actuación sino que sirviera para establecer nuevas  actuaciones que significaban una transformación en las formas y en los procesos de actuación, facilitando un cambio en cuanto a los métodos de actuación previos. Su aplicación se extiende hoy a multitud de disciplinas y espacios de actividad, siempre a partir de experiencias evaluadas que se basan en principios, objetivos y procedimientos apropiados y que se adecuan a una determinada normativa o a un parámetro consensuado.

En su aplicación a las mejores formas de actuación con personas mayores, BBPP son  contribuciones excelentes destinadas a mejorar las condiciones de vida, como iniciativas exitosas que tienen un impacto palpable y tangible como resultado de un efectivo trabajo colectivo entre los distintos sectores de la sociedad, y cuya aplicación es social, cultural, económica y ambientalmente sostenible.

Una buena práctica debe contar con una serie de elementos en su diseño y aplicación, destacando el de la adecuación al objetivo planteado; es decir, la pertinencia. Además, una BP ha de ser innovadora, sin estar anclada en repeticiones de acciones importadas de otros actores. Una BP debe centrarse  en la persona objeto de la atención; debe ser relevante y no el simple fruto de repeticiones previas; debe definir acciones mantenidas y realizadas por equipos con componentes multifactoriales. Por fin, una buena práctica debe estar documentada y divulgada para garantizar una sostenibilidad que avale su permanencia.

En conclusión, deberían diseñarse y aplicarse BBPP en referencia a tres aspectos relevantes en torno a la atención de personas mayores: 1) BBPP y  mejora de la calidad de vida; 2) BBPP y formación de cuidadores, y 3) BBPP y atención en patologías prevalentes.

Las BBPP referidas a formación de cuidadores podrían ganar en eficiencia si contemplaran el tránsito hacia un “nuevo” profesional que aborde de modo trasversal toda la holística problemática que ha de afrontar, a partir de su condición profesional de origen, que suele estar concentrada en un aspecto (la logopedia, la terapia ocupacional, la fisioterapia, la enfermería, la medicina o la psicología). Porque la eficacia de la BBPP en este modelo que se invoca parte de una mejor utilización de recursos, lo que inevitablemente habría de conducir a procesos de entrenamiento de tipo más transversal y de una nueva cooperación integradora entre profesionales en los que se difuminaran los territorios de actuación de cada una de las profesiones de origen.

 

Julio Fermoso, Catedrático de Neurología de la Universidad de Salamanca