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Envejecer es un proceso natural que sin duda, pone a prueba nuestro cuerpo y mente; suponiendo la aparición de retos diarios que, solo se pueden superar bajo unas pautas adecuadas de ejercicio físico y cognitivo, así como cumpliendo una rutina terapéutica y saludable, adecuada y personalizada.

Cada persona presenta una serie de circunstancias y características muy propias y diferentes a las que puede manifestar otra, aunque ambos se encuentren en momentos vitales similares. Podemos definir cinco esferas en cada ser humano que, aun estando desarrolladas de manera diferente en cada persona, sí es cierto que están establecidas y, debemos trabajar con el fin de conseguir un envejecimiento satisfactorio.

El proceso de envejecimiento se inicia desde el mismo momento en que nacemos, ya que nuestro cuerpo, se somete a una serie de cambios asociados a las diferentes etapas vitales que vamos atravesando. Es por este motivo, el que debemos trabajar desde fases iniciales en el establecimiento de rutinas terapéuticas que, nos permitan mantener un grado de bienestar y satisfacción personal muy elevado.

Un momento vital muy importante es el de la jubilación, siendo este el inicio de una fase relevante en la que, tenemos que implantar una rutina saludable que, supla las horas laborales que, se dejan de emplear y, vengan a mejorar el bienestar de la persona.

Las cinco áreas vitales que se pueden definir en el ser humano son: área física, área cognitiva, área psicológica, área nutricional y área social. Estas cinco áreas deben ser trabajadas en las líneas de prevención, así como en el tratamiento puntual si alguna de ellas sufriese alteración o patología.

El área física se debe trabajar de manera diaria y desde fases tempranas de madurez, estableciendo ejercicios de aproximadamente 30 minutos diarios y que, supongan un estímulo a realizar.

El área social se debe estimular a diario a través de conversaciones, salidas culturales y, compartiendo tiempo con familiares y la red social que cada uno posea.

La estimulación cognitiva se asocia a patologías como la demencia o el deterioro cognitivo pero, solo a través de ejercicios preventivos de cálculo, memoria, atención, lenguaje y praxias, podemos reducir el riesgo de padecer este tipo de enfermedades.

Somos lo que comemos y, por tanto, debemos cuidar y adaptar nuestras necesidades nutricionales a cada momento vital que atravesamos, teniendo que construir dietas muy personalizadas y, que supongan un equilibrio entre lo recomendable y lo apetecible.

La autoestima, el humor, la inquietud por seguir aprendiendo y el valor de la afectividad deben ser trabajadas con soporte psicológico y pautas que, de cumplirse de manera adecuada garantizarán un envejecimiento más saludable y feliz. La sensación de bienestar y la felicidad se pueden construir y, siempre dependen de nosotros mismos y no, de elementos externos.

Estableciendo cinco sencillas pautas diarias orientadas al trabajo, mejora y estimulación de estas cinco esferas, garantizaremos una reducción de probabilidades a la hora de sufrir una patología, a la vez que, prepararemos el cuerpo de manera muy conveniente para enfrentarse a un proceso que, no se debe asociar a enfermedad y puede ser vivido de forma plena: el envejecimiento.

 

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