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Eva Martínez
 

Autora del portal El Taller de mis Memorias

Para la mayoría de las personas, el sexo es un asunto muy privado. Incluso a muchas parejas mayores les resulta difícil hablar de sus sentimientos sexuales con sus cónyuges, así que aún más hablar de ello con los demás. Sin embargo, vivir con demencia o Alzheimer puede hacer que todo tipo de asuntos privados salgan al ámbito público.

 
Esto mismo le pasó a María, mujer de arraigadas convicciones religiosas, que de la noche a la mañana empezó a comentarle a su hija cómo aquel señor o el de más allá tenía “la cola”, a tocarse los senos de forma provocativa cuando tomaba el café en una terraza y les atendía un chico… Su hija estaba desesperada, tomó  la opción de no salir de casa, pero aún así su madre increpaba sexualmente a obreros que trabajaban delante de su ventana. Puede resultar gracioso para el que lo vive desde fuera, pero tanto la hija como la madre estaban sufriendo mucho. Vamos a explicar por qué.
 
La demencia y el Alzheimer pueden reducir las inhibiciones de una persona, lo que hace que exponga sus pensamientos íntimos, sentimientos y comportamientos, incluidas las relacionadas con el sexo. A veces una persona enferma puede llegar a tocarse en público, a desvestirse, a proponer a un desconocido que practique sexo con él o ella; pueden utilizar un lenguaje que la gente nunca le ha oído usar antes y que esta fuera de lugar.
 
Estas situaciones pueden ser vergonzosas para las personas cercanas al enfermo, pero también pueden ser muy confusas, angustiantes y frustrantes para el propio enfermo de Alzheimer, porque no pueden comprender por qué su comportamiento se considera inapropiado.
 
Hay que dejar claro que este tipo de comportamiento rara vez implica la excitación sexual. A veces, lo que parece ser sexual es en realidad una indicación de algo bastante diferente, como por ejemplo:
 
  • Necesidad de usar el váter
  • Malestar causado por un sujetador o por llevar ropa demasiado ajustada
  • Tener demasiado calor
  • Aburrimiento o agitación
  • Expresar la necesidad de ser tocado, o de afecto
  • No entender las necesidades o comportamientos de otras personas
  • Confundir a alguien con su pareja
 
Por lo general, los familiares tienden y quieren proteger al enfermo de los demás, para que no se rían de él o ella o para que no se escandalicen por su comportamiento. Lo ideal es buscar la causa, porque está comprobado que este tipo de comportamientos acaba cesando.