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Hoy por hoy no existe un tratamiento eficaz para “curar” la demencia, sin embargo algunas intervenciones consiguen frenar el curso de la enfermedad, ya sean de carácter farmacológico o bien se trate de intervenciones psicosociales. Es importante remarcar que no todo vale. Existen intervenciones que frenan el deterioro cognitivo de las personas afectadas de Alzheimer, mientras que otras intervenciones hacen mejorar otros aspectos asociados a la demencia, como puede ser la agresividad, la depresión o la capacidad por comprender el lenguaje oral. Son muchos los estudios que se han hecho para evaluar la eficacia de las diversas intervenciones. En nuestro grupo de investigación hemos analizado toda la evidencia científica disponible sobre las intervenciones psicosociales y sus efectos sobre personas afectadas de demencia, ya sea moderada, leve o grave. Concretamente, existen dos tipos de intervenciones que parecen adecuadas para tratar el deterioro cognitivo y consiguen frenarlo en cierto grado. Se trata de la orientación en la realidad y el aprendizaje de habilidades concretas.

La demencia constituye un problema de salud que afecta a mucha gente de edad avanzada en la sociedad occidental. Se caracteriza por la aparición de múltiples déficits cognitivos entre los que destaca la pérdida de memoria y, al menos, uno de los siguientes trastornos: dificultades en la ejecución de habilidades básicas, en la comprensión del lenguaje, en ciertos movimientos o en la capacidad para reconocer estímulos previamente aprendidos. A menudo se presentan otras manifestaciones, como las actitudes desinhibidas, la dejadez en la higiene o en la imagen exterior, ansiedad, depresión, alteraciones del sueño. La evolución de la demencia, y de los trastornos que suele conllevar, depende de su diagnóstico temprano y del tratamiento efectivo de alguno de sus síntomas. Así pues, el grado de severidad de la demencia que sufre una persona no depende sólo de la gravedad de la discapacidad sino también de la disponibilidad del apoyo social. Todo el conjunto de trastornos asociados a la demencia afectan a la vida cotidiana de las personas afectadas y a la calidad de vida de sus cuidadores (normalmente “cuidadoras”).

No existe ningún tratamiento eficaz para revertir el curso de la demencia, sin embargo algunos tratamientos son útiles para frenar su avance. No todos los tratamientos posibles son fármacos; existen también algunas intervenciones psicosociales que ayudan a mejorar la calidad de vida de las personas tratadas. Existen diferentes tipos de intervenciones que, en mayor o menor grado, se están aplicando. Algunas de ellas se centran en el deterioro cognitivo, otras en la vivencia de las emociones, otras en las actitudes y finalmente, otras en los estímulos percibidos.

Bajo la categoría de aproximaciones cognitivas para tratar a las personas afectadas de demencia, se recogen dos tipos de intervenciones: la Orientación en la Realidad y el Aprendizaje de Habilidades concretas. La orientación en la realidad es una intervención que data de los años sesenta. Consiste en la presentación, uso y repetición de información de orientación básica para el paciente, como por ejemplo, fecha, lugar geográfico o personas relacionadas con la vida del paciente. De esta manera se pretende conseguir una mejor comprensión de su entorno. Este tipo de terapia suele aplicarse a un grupo de personas, mediante sesiones de una media hora, varios días a la semana. Este tipo de terapia se ha visto que mejora los aspectos cognitivos de los pacientes y, en algunos casos, mejoran la ansiedad. Es importante no interrumpir las sesiones, ya que en caso de hacerlo, todos los beneficios conseguidos, desaparecen. Así pues, es recomendable seguir de forma cotidiana este tipo de sesiones.

El aprendizaje de habilidades consiste en la realización de ejercicios de reconocimiento de objetos, emparejarlos según distintos criterios y organizarlos, orientados a mejorar las actividades diarias cotidianas. Este tipo de intervenciones se están administrando actualmente mediante programas especializados de ordenadores, en los que se ejercitan tareas relacionadas con la memoria, la percepción u otras actividades motoras. Los estudios que analizan su eficacia concluyen que este tipo de intervenciones ayuda a mejorar la calidad de vida de los pacientes pero no mejora o frena de forma considerable su deterioro cognitivo.

Parecería interesante pues combinar los dos tipos de demencia para mejorar, por un lado, la vida diaria de las personas afectadas y, por otro lado, frenar en la medida de lo posible el avance del curso de la demencia.

 

Dra. Carme Carrion Ribas

Prof associada, DeptCiències Mèdiques

Investigadora, Laboratori de Medicina Translacional i Ciències de la Decisió
 
Facultat de Medicina, Universitat de Girona