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Todos nos quejamos de la rutina, entendemos que esta conlleva monotonía y aburrimiento, pero en realidad todos la necesitamos para darle un sentido a nuestros días. Gracias a la rutina tenemos un quehacer, una función, un objetivo… Y a su vez conseguimos ir cumpliendo metas, ir avanzando e ir creciendo.

Un momento clave en la pérdida de rutinas está relacionada con la jubilación. ¿Cuántos años haciendo lo mismo? Es cierto que tantos años de trabajo puedan llevar al agotamiento, pero si terminamos de forma radical con la rutina es posible que nos veamos desbordados por la desocupación. Un ejemplo para jóvenes y adultos es cuando se ven hospitalizados, y piensan en volver a sus rutinas cansados del reposo. No nos engañemos, es mejor trabajar que no poder hacer nada.

Hoy, 1 de Septiembre todos volvemos a la rutina. Es obvio que no gusta ya que no venimos de estar postrados en una cama por enfermedad, sino que venimos de descansar, disfrutar y hacer todo aquello que la rutina impide. No obstante, deberemos tomárnoslo como algo necesario y gracias a lo cual podemos crecer y dentro de unos meses, volver a poder disfrutar de las vacaciones.

Con este post pretendemos que, a pesar de la mala fama de la rutina, toméis conciencia de lo necesario que resulta mantenerse ocupado en la vejez. Siendo así, os animamos a empezar a planear vuestra rutina, dentro de lo que se pueda modificar. Buscad novedades, pequeños momentos de desconexión, tiempo para vosotros mismos, no olvidéis invertir en ejercicio y actividad mental y se llevará mucho mejor.

Los mayores se sentirán útiles y válidos y solo así comprenderán que su función en la vida no ha terminado, que pueden seguir viviendo proponiéndose nuevos objetivos. Es posible que ellos no lo hagan de manera espontánea, así que animad a vuestros mayores a entrar en rutina, buscar quehaceres, objetivos y seguir viviendo y disfrutando de la vida. También es una manera de prevenir la aceleración del  envejecimiento.