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En la tercera edad, al igual que otros muchos aspectos, la sexualidad se vive como algo que debe desaparecer. El sexo está considerado como tema tabú en todas las edades, pero mucho más en la vejez, cuando se considera que si aparece es algo anormal y enfermizo. La vejez en sí es una etapa que entraña muchos estereotipos y falsos mitos que poco a poco se van desestigmatizando, pero el sexo es algo de lo que aún no se habla ni practica con libertad. Esto hace que los mayores no se planteen legítima una vida sexual en la vejez. Se adquiere vergüenza ante este tema y se evita hablar de ello o plantearlo.

La sexualidad existe en nosotros a lo largo de toda nuestra vida y su actividad variará influenciada por muchos factores: estado físico, efectos secundarios de ciertos fármacos, las experiencias vividas en torno al sexo, los mensajes sexuales recibidos y aprendidos, el momento actual de ambos miembros de la pareja, así como sus características psicológicas, y el entorno socio-cultural.

Algunos mitos y falsas creencias sobre la sexualidad en la tercera edad: (Marian Ponte)

  • El sexo no importa a las personas maduras.
  • Las personas maduras no funcionan sexualmente.
  • Las personas maduras no tienen deseo sexual.
  • Los varones ya no pueden practicarlo por falta de erección.
  • Solo tienen interés sexual los “viejos/as verdes”.
  • Es fácil que sufran un infarto si practican sexo.

Hay algunas características que aparecen en los mayores al estar asociadas a la edad. La necesidad de lubricantes en algunas mujeres para no experimentar dolor, disminución de producción de ciertas hormonas que puede disminuir el apetito sexual, declive de la producción de testosterona y de esperma en hombres, la necesidad de mayor tiempo para conseguir una erección o el retraso y menor intensidad de la eyaculación.

Las personas mayores deberán estar al tanto de los cambios físicos que vienen asociados a la edad y tomar conciencia real de ellos, para no dejarse llevar por esos cambios añadidos al conjunto de mitos que los rodean y que pueden provocar un rechazo a la sexualidad.

Hay otras características que dificultan las relaciones sexuales entre mayores, como la ausencia de intimidad en mayores institucionalizados, la presión social y del entorno, la pérdida de pareja por fallecimiento o enfermedades como la depresión.

Se trata de abordar la sexualidad como lo que es, algo natural que todos tenemos derecho a experimentar y practicar. Y hacer desaparecer estereotipos sociales comportándonos de manera normalizada ante ello y respetando su práctica.