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La vida avanza, las demencias también. Las enfermedades de mis padres se hacen más profundas y mucho más difíciles de llevar. 
 
Mi padre está en una fase desesperante, tiene una inquietud espantosa, muchas veces no duerme y tampoco deja dormir. La barrera infantil que le ponemos en la cama para que no se levante y se caiga, algunas veces la sortea y sale de la cama. No para en ningún sitio y trata de bajarse de la silla de ruedas, del sofá y de cualquier lugar donde esté sentado. Es como si tratara de escapar continuamente, necesita atención cada minuto y no te deja hacer ninguna tarea que no sea ocuparte de él. Se enfada y alguna vez se pone agresivo. 
 
Está acabando con todos nuestros recursos y tenemos los nervios de punta. Antes se dormía a ratos y sentado estaba tranquilo, no sabemos por qué ha cambiado tanto el comportamiento. 
 
Mi madre, además de su propia enfermedad, también sufre la de mi padre. Se desespera cuando nos despierta por la noche y se altera con los comportamientos tan caóticos que tiene. 
 
Yo también pierdo la calma y no sé como abordar estos problemas. Cuando puedo dormir, tengo los nervios más relajados y manejo mejor las situaciones, pero cuando varias noches seguidas mi padre no duerme y yo tampoco es muy difícil mantener la calma. 
 
La verdad es que toda la familia tenemos la vida “aparcada” pues el cuidado de mis padres no nos deja espacio para la propia vida. Estamos tan cansados que pensamos que si esta situación continúa así, acabará por desbordarnos.
 
Noviembre 2014