Comentarios / Añadir Comentario

La enfermedad de mi padre está llegando a un punto crítico. Cada vez exige más y más cuidados, no da tregua. Hay días que no para, no quiere estar sentado en ningún sitio y trata de levantarse, necesitas estar continuamente refrenándole para que no se levante y se caiga. Otros días, como hoy mismo, está muy frágil, casi no se tiene en pie, no he podido darle nada de comer, pues ni abría la boca, se queja y no quiere beber ni agua,  ni ninguna  otra bebida.

Extrañamente tiene muchas dificultades para tragar los líquidos, aunque no la tiene para los sólidos. La toma de pastillas es un momento duro, hemos probado con gelatina, deshaciéndolas, nada funciona, comienza a dar vueltas y vueltas en la boca al líquido y no lo traga. La desesperación también aumenta. Incluso después de las vueltas, traga el agua y escupe la pastilla.

La noche es otro momento difícil, pues a pesar de la fragilidad, muchos días consigue quitarse el pañal y el pantalón del pijama, amanece desnudo y se orina en la cama.

El estreñimiento se hace cada vez más agudo y a veces, ya no funciona ni la solución rectal.

Hace falta bastante fuerza para levantarle y acostarle, o para cambiarle de asiento o asearle. Hay que darle de comer y, aunque come bien, no abre bien la boca, lo que supone una dificultad añadida.

Mis límites también se están acercando, ya no solo es el cansancio físico, el que me avisa de ello, son los pequeños accidentes domésticos, como cortes en la cocina, pérdida de cosas, dolor de cabeza a menudo, pesadillas, o despertar por la noche y tardar en conciliar el sueño.

En fin, nada que no sepamos, lo normal en un cuidador de un enfermo de demencia. Ayer él cumplió 90 años, no fue consciente. Los nubarrones que se ciernen sobre nosotros se hacen cada día más oscuros.

 

JULIO 2014