El aparato de teleasistencia que permite a los mayores estar conectados con una central que les ayuda en casos de urgencia, no tenía copago para los mayores de 80 años. Con los recortes practicados por el Ayuntamiento de Madrid ahora si lo tiene.
Cuando nos avisaron de esta circunstancia, consideré que era una inmoralidad atentar contra personas tan indefensas y desprotegidas. Parece ser que las cantidades requeridas son pequeñas pero importantes para personas con pensiones pequeñas y gastos grandes como los dependientes, sobre todo cuando vemos como el dinero público pasa a bolsillos privados sin que nadie se “rasgue las vestiduras”. Me pareció tal desfachatez que preferí que se llevaran el aparato, antes de pagar ninguna cantidad por él.
Recibí un aviso de los Servicios Sociales para que les autorizara a revisar nuestras cuentas bancarias, y como no hay nada que ocultar, les autoricé. Así pasaron meses y no vinieron a recoger el aparato, llegué a pensar que se habían olvidado o que decidieron eliminar el copago, pero no.
Ayer volvieron a llamar para informar que este servicio tenía un coste y les volví a decir que vinieran a por él. Me dicen que si sé la cantidad que nos corresponde, le indico que no, pero que no me parece justo repagar nada. Estoy a la espera, a ver cuando lo retiran.
¡Quizá más veces deberíamos plantarnos ante tanto abuso !
Recordé una pequeña poesía del libro Álvarez de mi infancia que dice:
Aunque hace dos horas y cuatro rosquillas.
o tres que es de día Luego a sus palomas
ha almorzado Juana les echa unas migas
huevos en tortilla, y dice al mirarlas
jamón con tomate, comiendo la niña:
cinco o seis torrijas, ¡ Cuidado si tragan
dos melocotones estas palomitas!
Hay muchas Juanas y Juanes que comen opíparamente, nos echan las migajas, como a las palomas y se asombran de lo que comemos. Léase “que vivimos por encima de nuestras posibilidades”.
Noviembre 2014
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