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Nuestro día a día está lleno de actividades. Todas ellas ayudan a conformar nuestra estructura social y mental. Sin embargo, cuando la persona se va haciendo mayor, estas actividades se reducen y, cuando uno ingresa en una residencia la rutina diaria se rompe, como si nada se conformase con lo que uno realmente desea hacer. 
 

Calendario de Actividades 

 
Pero…¿qué es lo que quiere hacer la persona mayor, que convive con una demencia, y se encuentra viviendo en una residencia? Vamos a intentar reflejar con qué nos encontramos, lo que nos ofrecen los centros geriátricos, las residencias, para  mantenernos ocupados.  
 
La mayoría de las veces las actividades que forman parte de los calendarios estructurados de cualquier tipo de residencia, siguen un programa muy específico, marcado por el equipo técnico, profesionales que saben lo que hacen y qué pretender conseguir. Todas las actividades están desarrolladas teniendo en cuenta unos objetivos, unos más generales y otros más específicos, siguiendo un plan de acción individual o grupal que permite llenar los espacios del día a día, además, permiten o buscan estimular para mantener cierta estabilidad cognitiva, promover la interrelación, posibilitar estados de ánimo positivos… Son actividades que uno puede o no hacer, pero, por lo general, se valora positivamente la participación en ellas. Sin embargo, a veces nos puede pasar por alto el significado que esto puede llegar a tener para una persona que vive en una residencia, y que, a partir de un determinado día, esa residencia se convierte en su casa. 
 
Estimulación Cognitiva. Actividades con sentido y significado
Imagen de Morguefile
 

La ocupación como actividad estimulativa

¿Qué hace la persona mayor en su casa? ¿Cómo ocupa el tiempo libre? ¿De qué se ocupa? Con o sin demencia la persona mayor tiene una rutina, normalmente implicada en poner la mesa, cocinar, ir a comprar, lavar o quitar el polvo, regar las plantas. También, por supuesto, mirar la televisión, pasear, o sentarse tranquilamente escuchando la radio. A veces, si la vista lo permite, leer, pintar, o mantener ciertas relaciones sociales como hablar con los/las amigas, o desarrollar algún que otro hobby mantenido durante años. Evidentemente cuando se instaura una demencia, hay cosas que uno, por sí solo, no puede gestionarlas, pero eso no significa que no desee/necesite hacerlas. El ser humano necesita mantener lo que tiene la costumbre de hacer. Porque si la motivación es lo que nos hace empezar, la rutina es lo que nos permite continuar. La rutina de las personas que ingresan en una residencia debe permitirles continuar con su vida diaria, con su ocupación, porque esa es una estructura que debe permanecer. Las estructuras mentales son las que nos dan seguridad y confianza y las que permiten adaptarnos con más facilidad a las novedades.
 
¿Cuántas veces no hemos deseado volver a casa y al trabajo, por mucho que nos pese, después de unas largas vacaciones? Porque necesitamos continuar con nuestros esquemas, nuestras estructuras mentales, para volver a poner en marcha nuestros roles, y permitir continuar con nuestra identidad. 
 
Si los profesionales que trabajamos en residencias queremos enriquecer el calendario de actividades debemos cambiar la perspectiva más profesional de lo que “yo sé lo que a ti te conviene” y transformarla en “qué es lo que tú quieres”. En ese calendario de actividades deberíamos incluir espacios en los que el propio residente elija ocuparse de lo que necesite  hacer. Sea como fuere esa ocupación. Cuando le ofreces estímulos (objetos que forman parte del día a día) a una persona que convive con la demencia, no siempre se ocupa de éstos tal y como tu esperas que lo haga. Pero el objetivo no es utilizar adecuadamente una toalla, o un peine…sino ocuparse de ese objeto de la manera que uno pueda/quiera, pero encontrar un motivo de ocupación es lo importante. 
 
Si deseamos que nuestras residencias sean lo más parecidas a nuestras casas, debemos permitir, y acompañar a  que los residentes pongan la mesa, ordenen su ropa o la lleven a lavar. Si se está demostrando que el entorno es importante para dar sentido y significado a la actividad que se está haciendo, la acción también es entorno. Si hablamos de la importancia de atender a la persona centrándonos en ella, debemos darle continuidad a ese mundo, que es su casa, su entorno, sus cosas,…y motivarlo y organizarse para que continúe haciéndolas. Sólo de esa manera sabremos que estamos dando respuesta a sus necesidades como persona, y no como paciente.
 
 
Míriam Sorribas Cateura
Neuropsicóloga – Residencia Sant Martí (Fundació Vella Terra)