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La Enfermedad de Alzheimer (EA) es una de las enfermedades de mayor impacto, pues afecta su funcionalidad y disminuye su calidad de vida. Viéndose por tanto que la comunicación y la marcha pueden estar afectadas. Así, se ha asociado la práctica de ejercicio físico de forma regular con el incremento del volumen cerebral en regiones relacionadas con las funciones cognitivas.

Introducción

El envejecimiento relativo de la población en los países desarrollados ha llevado consigo un aumento en la incidencia y prevalencia de las enfermedades neurológicas que producen discapacidad. Diferentes estudios realizados en países industrializados sitúan la prevalencia de cualquier tipo de demencia entre un 2-10 % de los individuos mayores de 64 años, correspondiendo a la demencia tipo Alzheimer entre un  50-75% del total de demencias, con mayor prevalencia en mujeres, mientras que la demencia vascular representa el segundo grupo en importancia con un 10-30% de los casos 6-9.

La enfermedad de Alzheimer tiene su presentación a partir de los 65 años y la proporción de afectados suele incrementarse progresivamente con la edad. De este modo, según datos de la  Alzheimer’s Association, el 10% de las personas mayores de 65 años padecen la enfermedad y la proporción se incrementa hasta el 30% en el caso de los individuos mayores de 85 años.

Uno de los problemas en los que se va a centrar la investigación es la comunicación, considerada por los seres humanos como un acto propio de nuestra actividad psíquica, derivado del pensamiento y del lenguaje, que nos sirve tanto para desarrollar y manejar nuestras capacidades psicosociales como para relacionarnos con nuestro entorno. Todo ello nos va a permitir conocernos más a nosotros mismos, a los demás y al medio que nos rodea mediante el intercambio de mensajes principalmente lingüísticos.

Otra de las características de la especie humana, junto con la comunicación es la realización de ejercicio físico y por tanto, de la ejercitación de los componentes músculo-esqueléticos utilizados hacia la consecución de un fin.

En la historia reciente, las definiciones aceptadas de ejercicio y actividad física han sido descritas por Caspersen, Powell and Christenson (1985). Ellos definieron la actividad física como cualquier “movimiento del cuerpo producido por los músculos esqueléticos como resultado del gasto de energía y esta positiva correlación con el ejercicio físico”.

Materiales y métodos

La intervención se centra en la realización de actividad física fuera de las actividades normalizadas que realiza la persona con EA, con un total 106 personas de Castilla y León. La actividad es caminar (500 metros), una media hora diaria, sin descanso, en un espacio libre de obstáculos, preferiblemente en llano.

Los instrumentos utilizados son los siguientes: SF-36 para la calidad de vida; Escala de marcha y equilibrio Tinetti; la Escala Womac y el Índice de Barthel para las Actividades de la Vida Diaria; La Escala de deterioro cognitivo MMSE y el Test de Locución de Peabody.

Resultados

Muchas evidencias sugieren que los beneficios de la actividad física influyen en las funciones cerebrales y el proceso de control cognitivo en particular. Los efectos de la actividad física en la cognición están asociados con los cambios en el volumen cerebral, la fluidez de la sangre en el cerebro y los factores de crecimiento.

Además del estudio planteado, existen estudios que suponen que el ejercicio o los programas de movimiento son resultados  en los beneficios en la cognición de los pacientes con leve a moderada demencia, hay ausencia de resultados concernientes a los beneficios en estados prolongados de demencia.

Uno de ellos, es el estudio de Friedman y Tappen, que combinan los efectos de la doble estimulación, andar y conversar produciendo grandes cambios en la comunicación verbal que en la conversación solamente de los cuidados de las personas con EA.

Conclusiones

En resumen, el caminar mejora la comunicación verbal de las personas con EA; A menor grado de afectación de EA el ejercicio físico mejora la comunicación; El ejercicio aeróbico no solo mejora la comunicación sino también algunas funciones cognitivas como la asociación.

Referencias bibliográficas

Alzheimer’s Association. (2010, March). Alzheimer Association Report: 2010 Alzheimer’s diasease facts and figures. Alzheimer’s and Dementia, 158-194

Caspesen, C., Powell, K., & Christenson, G. (1985). Physical activity, exercise, and physical fitness: definitions and distinctions for health related research. Public Health Reports, 100, 126-131

Polter McDermott, M. (2010). Effects of exercise interventions on cognition and physical function in persons with alzheimer’s disease: a review of the literature. The University of Arizona.

Spirduso, W.W. (1980). Psysical fitness, aging, and psychomotor speed: A review. Journal of Gerontology, 35, 850-865

Littbrand, H., Stenvall, M., Rosendahl, E. (2011). Applicability and effects of physical exercise on physical and cognitive functions and activities of daily living among people with dementia. American Journal of Physical Medicine & Rehabilitation. Doi: 10.1097/PHM.0b013e318214de26

Tappen, R., Roach, K., Brooks, E., & Stowell, P. (2000). Effect of a combined walking and conversation intervention on functional mobility of nursing home residents with Alzheimer Disease. Alzheimer Disease and Associated Disorders, 14 (4), 196-201.

Autores: Sastre Hernández, M.T., Calvo Arenillas, J.I., y Sánchez Sánchez, C.