Comentarios / Añadir Comentario

'(W)AL(T)Z' de Pablo A. Barredo, ganador del I Concurso de Experiencias sobre Alzheimer.  

Entre el recuerdo y el olvido. Entre la satisfacción y la culpabilidad. Entre el amor y el dolor. Entre el resplandor de unas velas que, paulatinamente, se van consumiendo y las sombras que, inexorablemente, van ganando terreno. Entre nuestro soy y su ya no soy. Entre la felicidad por el que hayan aceptado tomar nuestras manos y compartir ese último baile con nosotros, y la nostalgia por ir viéndoles desvanecerse entre nuestros dedos. Bailamos con ellos un extraño y emotivo (w)al(t)z al ritmo de antiguos instrumentos desafinados; marcando los pasos de un compás que cada vez les cuesta más seguir. No obstante, permanecemos deslizándonos con ellos por esta pista de baile que es el Alzheimer por mucho que sepamos que, al final, acabaremos haciéndolo solos.


Les miramos a los ojos y les sonreímos, deseando que sus miradas se sostengan todavía en las nuestras; mas percatándonos de que éstas se tornan cada vez más confusas, más ausentes, más perdidas. De alguna manera, comenzamos bailando con personas y terminamos por hacerlo con fantasmas. Pero no nos importa mientras nuestras mentes sean capaces de retener, cual tesoro, esa perfecta imagen de quiénes fueron en su día. Para nosotros, ser su pareja de este postrero baile es el mayor placer que la vida y ellos podrían habernos otorgado.

Y la orquesta sigue tocando cada vez un poquito más bajito, más vacía. Mientras, los invitados a la "fiesta" van abandonando el local hasta que tan solo quedamos nosotros dos, enfermo y cuidador, moviéndonos en la casi más absoluta oscuridad y sosteniendo el último de los cirios entre nuestros dientes. No dejamos jamás de danzar y de girar con ellos. Pero, por desgracia, un vals no puede durar hasta la eternidad. Y lentamente, los músicos se van cansando. Y a medida que estos van dejándonos, la proyección de ese ser querido que tenemos ante nosotros se va tornando translúcida para, en cierto momento y casi sin darnos cuenta, desaparecer por completo ante nuestros ojos. Y es en ese instante, tan solo en ese único instante, cuando nos damos cuenta de que la velada ha llegado a su fin.

¡Enhorabuena Pablo!