Si echamos la vista atrás podemos darnos cuenta muy fácilmente de lo que ha cambiado la vida. No hace falta preguntar a nuestros bisabuelos, basta con mantener una pequeña conversación con nuestros padres para tomar conciencia de que sus vivencias en la infancia y la juventud poco tienen que ver con las de los niños y jóvenes de ahora.