Últimamente la palabra que ronda mi cabeza es esta: miedo . Mi padre está cada día peor, ha perdido todas las habilidades y su cuidado es cada vez más difícil. Miedo a que se atragante, miedo a que la voluntad no sea suficiente para seguir cuidándole, miedo a no oírle por la
Hablar de vacaciones para un cuidador es una teoría maravillosa, pero en la práctica, la mayoría no tenemos vacaciones. En unos casos porque no hay nadie que pueda sustituirnos, en otros casos porque nosotros mismos no nos atrevemos a irnos, y en la mayoría porque nuestras economías tampoco lo permiten. En mi caso no habrá vacaciones, pero me he encontrado con una grata sorpresa. Mi hermana se viene a vivir con nosotros durante su mes de vacaciones para ayudar con mis padres.
Uno de los problemas recurrentes que nos plantea mi padre sucede por las noches en la cama, se suele quitar el pañal, el pantalón de pijama y se orina en la cama. A pesar de la fragilidad que muestra y la torpeza de manos que tiene, consigue desnudarse, no entendemos como lo hace. Cada vez q
Parece mentira como los enfermos de demencia, dependiendo de la personalidad del enfermo, de lo avanzado de la enfermedad, incluso del entorno en el que se encuentran, presentan síntomas tan diferentes, y en cierto sentido opuestos.
La enfermedad de mi padre está llegando a un punto crítico. Cada vez exige más y más cuidados, no da tregua. Hay días que no para, no quiere estar sentado en ningún sitio y trata de levantarse, necesitas estar continuamente refrenándole para que no se levante y se caiga. Otros días, como hoy mismo, está muy frágil, casi no se tiene en pie, no he podido darle nada de comer, pues ni abría la boca, se queja y no quiere beber ni agua, ni ninguna otra bebida.
En uno de los anteriores post , mi tía hablaba de las repetidas caídas que había venido sufriendo mi abuelo, y de las devastadoras medidas que había recomendado (casi impuesto) el médico.
Hay días malos, días peores y días imposibles. Se pierde la noción del tiempo, hay cosas urgentes, acuciantes o que pueden esperar. Lo malo es que las que pueden esperar nunca se hacen pues sigue habiendo urgentes e inaplazables. Hasta para escribir estas letras, nunca encuentro el momento adecuado, siempre lo hago deprisa y corriendo a última hora.
Me interrogo sobre la necesidad de incapacitar jurídicamente a los enfermos de Demencia. No es el caso de mis padres, pues ellos no tienen bienes que custodiar ni herencia que legarnos. Su única herencia ha sido ya dada y ha consistido en su dedicación y buen hacer con nosotros (sus hijos), su ejemplo de rectitud, honradez y responsabilidad, que han sabido traspasarnos.
En los momentos de enfermedad o dolor añoramos la normalidad, esa normalidad que, por el hecho de serlo, muchas veces aborrecemos. No somos conscientes de su valor hasta que la perdemos y pensamos en como recuperarla. En un hogar donde viven dos personas con demencia es muy difícil mantener esa normalidad, ahora tan deseada.
Generalmente los pacientes con Demencia, suelen padecer otras enfermedades, bien debidas a su avanzada edad, o simplemente enfermedades comunes o incluso efectos secundarios de las medicinas.